
Sincronizarse con un Ciclo Sinódico
¿Es esto posible?
Desde que nacimos aprendimos sin cuestionamiento posible a sincronizarnos con un tiempo histórico. El calendario Gregoriano…
De igual forma, por debajo, los ciclos seguían recordándonos otro orden, el ciclo natural y sus estaciones, nuestros cumpleaños y el anclaje a la revolución solar individual. Aunque la fuerza de la necesidad de pertenencia no nos permitiese entender que nuestro año inicia el día que el Sol retorna al grado matemático donde estaba en el instante de nuestra llegada, aceptamos sin aceptar el uno de enero como principio de algo. Darse cuenta de esto, igualmente pasaba por un proceso de individuación, pero, ¿que ocurriría si ese proceso individual fuese también colectivo?
Hubo un tiempo donde Gregorio no existía, hubo calendarios previos, y antes de todo eso… Estaban los ciclos.
Desde 2020 investigo y descubro que le ocurre a nuestros cuerpos al recorrer una nueva, pero ancestral forma de percibir el tiempo.
Este proceso, viaje, laboratorio, investigación colectiva, atelier creativo, escuela de caminantes astrológicos, manifestación del futuro ancestral, club de magia cotidiana o como sea que intente nombrarlo… Es todo esto y mucho más.
Los ciclos sinódicos son entrelazamientos de varios ciclos planetarios, donde dichos planetas entran en vínculo entre ellos. Es rizar el rizo de la práctica astrológica, es unir las partes, darle espacio a todas ellas y a su entorno respondiendo a sus encuentros vinculares. Es abrir la mirada a la belleza del vínculo en movimiento, la oportunidad de llevar amor, a lugares inaccesibles a simple vista que piden atención desde un orden misterioso en el presente.
La palabra sinódico nos remite en su origen latín y griego a las siguientes palabras: Encuentro, reunión, asamblea, acción conjunta, ruta, camino, viaje.
Los planetas que el Ciclo Sinódico de Venus reúne son: Venus, Luna, Sol y Tierra, entrelazando el cuerpo, el deseo, la consciencia y la memoria, acercándonos al recuerdo del proceso de encarnar el espíritu en la materia, permitiéndonos observar aquello que va emergiendo en el propio caminar, mientras enfocamos nuestra atención en Venus, el resto nos es revelado, a su debido ritmo, el más armónico posible.
En astrología estamos habituados a observar un único instante, podemos también conjugarlo con otros instantes, comparar con el momento presente o incluso indagar en tiempos previos… pero aquí vamos a caminar un ciclo, un periodo concreto trazado por millones de instantes y narrativas que tejen una nueva percepción. Algo se aligera, se ordena y queda ya sincronizado con un tiempo al que no siempre logramos acceder.
Al igual que son varios cuerpos celestes los que forman la danza, en el caminar conjunto grupal, se unen diversos peregrinos, testigos y exploradores de lo que todo esto significa. Unimos la experiencia individual, con la colectiva grupal, ya que es tan grande, que necesitamos de varias miradas para lograr comprender, todas las experiencias de este camino, se suman a un mismo fin, el de extraer la sabiduría común que se revela ante nuestros pasos.